Cuando hablamos de gente desmotivada a veces podemos
confundir con el término de la insubordinación, que nada tiene que ver.
Una persona insubordinada es aquella que además de
estar poco participativa y no colaborar, realiza o impulsa acciones en
contra de las instrucciones o normas que recibe de sus superiores.
¿Cómo podemos definir a la persona desmotivada,
diferenciándola de la insubordinada? ¿Cuáles son los síntomas que puede
presentar?
Pesimismo, retraimiento, absentismo, manifiesto malestar,
desinterés, bajo rendimiento, etc., pudiendo clasificarse en externos o
internos de la empresa los motivos que lo ocasionan.
Cuando tratábamos del equilibrio entre la vida personal y la
familiar, decíamos que si una persona tiene problemas personales o familiares,
estos repercutirán en el ambiente laboral. Es evidente que, ante este tipo de
problemática, el jefe debe entablar una comunicación con el colaborador,
tratando de ayudarle, si es posible, a encontrar una solución, que muy
probablemente tan sólo se trate de saber escuchar, ya que ante una escucha
activa, en bastantes ocasiones uno mismo puede encontrar la respuesta a la solución
a sus problemas.
Si las causas de la desmotivación son internas, tendremos
que encontrar las posibles razones en el desarrollo del trabajo del día a día:
que su remuneración sea inadecuada, unas malas relaciones con sus compañeros,
sobrecarga de trabajo en comparación con otras personas que según su
propia opinión van muy tranquilas y están igual de bien remuneradas, que su
jefe no le atienda como es debido, etc.
Es importante que a la desmotivación se le haga frente sin
demorar el tema, ya que una persona desmotivada puede contaminar el resto del
equipo, debido a que al comunicarse con los demás, cosa lógica, transmitirá
todas sus tensiones, quejas y percepciones.
Pero si a pesar de nuestros esfuerzos no logramos motivar al
colaborador, ¿cuál será el siguiente paso? Está claro que el círculo de
desmotivación cada vez se refuerza más.
Si después de haber intentado reconducir la actitud negativa
del colaborador, el resultado es del todo infructuoso, se habrá de pensar en
una solución que contemplará el abandono de la empresa. Nada desmotiva más a la
gente integrada en un equipo humano que funciona, que ver como alguien que no
ha sido capaz de integrarse y mantiene una actitud negativa , sigue prestando
unos servicios incompletos y cobra su salario íntegro.
Hasta aquí se ha hablado del colaborador desmotivado, sin
embargo antes de pasar adelante recordemos como podemos motivar a los
colaboradores con lo que se hace y con lo que se dice.
CON LO QUE SE HACE, ES DECIR CON LA ACTITUD
Contratando personal mejor que uno mismo, pidiendo disculpas
sinceras cuando sea necesario, evitando diferencias, eliminando tiempos
perdidos en burocracias, apoyando a los colaboradores ante atropellos que
puedan sufrir por parte de otros jefes, montando planes de carreras profesionales,
respetando la dignidad de los colaboradores, autoexigiéndose más de lo que se
exige a los demás, promocionando y ascendiendo a quien se lo merezca, y
tratando con sincera cortesía a los miembros del equipo.
Y CON LO QUE SE DICE, ES DECIR CON LA EXPRESIÓN
Explicando
el porqué de todas las cosas, reconociendo las equivocaciones,
insistiendo en los aspectos positivos de los demás, hablando siempre bien de
ellos, sembrando aprecio mútuo entre las personas del equipo, aclarando
instrucciones y órdenes que se den, preguntando a los colaboradores por sus
opiniones respecto a los métodos de trabajo, alabando en público a los que lo
merezcan por sus propuestas e iniciativas, cumpliendo todas las promesas, y
fomentando expectativas.
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