La disciplina emocional consiste
en elegir cómo nos vamos a sentir.
Hay reacciones emocionales que
consumen nuestras fuerzas, por ejemplo, alguien llora tanto hasta que se siente
débil, le duele la cabeza, se marea, los ojos se le hinchan, esa es una
reacción emocional que consume la energía. Otros tienen tanta bronca que no
pueden disfrutar nada; otros dicen: “Me enojé tanto que después no pude pegar
un ojo”; o “Mi depresión me aprisiona, los demás me dicen disfruta, sal, pero
no puedo”, porque las reacciones emocionales negativas consumen nuestra fuerza.
La mayoría de las mujeres
relacionamos las emociones negativas con un dolor o un malestar en nuestro
cuerpo: “Tengo un nudo en el estómago o en la garganta, retorcijones de
estómago, o: “Me enojé y siento que la sangre me hierve”, o “Tengo un dolor en
el pecho o una presión, o taquicardia”, “Me hizo enojar tanto, me violenté
tanto, me angustié tanto con esto que el corazón me empezó a latir rápido”.
De igual forma vienen
acompañadas de pensamientos y nos quedamos pensando en lo que el otro hizo y
eso te angustia, debilita y quita fuerzas. ¡Qué bueno sería adquirir la
capacidad de cambiar el sentirme mal por el sentirme bien! Eso veremos, cómo
disciplinarnos para transformar el sentirme mal en sentirme bien y eso no
depende de mí.
Disciplinar las emociones
implica prepararse uno mismo para liberarse de las emociones negativas, que en
definitiva no ayudan a encontrar una solución.
Cada mujer posee el control
remoto de sus emociones
Las emociones no pueden ser
controladas desde afuera sino desde adentro de nuestra vida. Decimos: “Él me
hizo enojar”, “Él me hace reaccionar de esa manera”, “Ella me puso nerviosa y
me angustió”. Y cuando decimos “él” o “ella” le estamos echando la culpa y
dando el control de nuestras emociones. Quiere decir que el otro con esa
actitud o con esa palabra agarró tu control remoto y te manipuló.
Al decirlo pensamos que nos
quitamos la culpa de encima; pero ¡no!, sucede todo lo contrario, porque lo que
estamos diciendo es: “Soy tan pobre y tan miserable que cualquiera en mi vida me
roba el control remoto y empieza a manejar mis emociones como quiera”.
Cada vez que nos enojamos, que
nos ponemos mal, que nos angustiamos por algo, que expresamos una emoción
negativa es responsabilidad exclusivamente mía. No le entregues el control de
tus emociones a nadie porque el control es tuyo.
Todos tenemos la posibilidad
de elegir qué botón queremos tocar de ese control. Salí de tu estado de
postración, nadie te sacará de ahí si no das el primer paso. Hay opciones que
puedo elegir en lugar de reaccionar mal, estas son:
1- TENGO QUE ENCONTRARLE LA VUELTA.
Tomás Edison, el inventor de
la lamparita, realizó cientos de intentos que no le dieron resultado y le
preguntaron cómo podía seguir con su búsqueda tras haber fracasado miles de
veces, y él dijo: “Yo no fracasé, sino que triunfé al encontrar miles de formas
en las que la lamparita no funcionaba”.
Eso es voltear las
circunstancias negativas de la vida. Si estoy teniendo una emoción negativa por
algo que me ocurrió, me dijeron, o por algo que no me salió, tengo que
encontrar la forma de darle la vuelta.
El primer paso lo das tú,
busca la vuelta a lo que te está pasando, hay algo bueno en todo. Cada vez que
cometes un error es una oportunidad para darte cuenta cómo no vas a obrar más
en el futuro. Perdiste una amistad de años porque tu amiga te traicionó,
quizás, después de eso, sea la oportunidad para que entables la relación de oro
que hasta ahora no pudiste encontrar.
Si te pasó algo malo tal vez
sea la oportunidad para volverte una mujer más fuerte. Tal vez con esa
enfermedad te das cuenta que tienes más agallas de las que pensabas, más fuerza
de lo que los otros creían porque seguís adelante a pesar de la enfermedad.
¡No te desanimes! Lo que no te
dio resultado te da sabiduría para saber qué es lo que no hay que hacer.
2- TENGO QUE SABER QUE TODO LO QUE SUBE, BAJA.
No permitas que tus
pensamientos negativos hagan presión desde tu interior y estallen. Un
pensamiento negativo comienza de a poquito, va creciendo, y desde adentro hace
presión, luego estalla y cuando sale la única que pierde eres tú.
Todas las emociones negativas
están solo por un tiempo, y tendrán el poder que le quieras conceder. No
quieras arreglar un asunto pendiente de noche, porque a la noche te agarra más
depresión que cuando el sol sale a la mañana. Por eso, no analices las cosas a
la noche, ve a dormir y di: “Señor, mañana será otro día”. No pienses nada a la
noche porque verás todo negativo y como somos hijas de la luz vemos mejor las
cosas de día.
3- EL SILENCIO.
No estamos hablando del
silencio donde me guardo las cosas y reviento por dentro, eso lo hicimos por
muchos años y lo único que hizo fue enfermarnos. Hacer silencio es elegirlo. Al
silencio siempre se lo relacionó con la pasividad pero en realidad es una de
las fuerzas más poderosas. En las grandes empresas se enseña a los que negocian
a hacer silencio cuando están negociando y son los que mejores operaciones
hacen. Cuando estás en silencio te ayuda a aprender de los otros; a escuchar la
preocupación de los otros y hace que te olvides de las tuyas.
Al hacer silencio te liberas
por un tiempo de todas las angustias y tiene la capacidad de expresar la
opinión personal con más eficacia que cualquier argumento que puedas dar. Si
alguien te insultó, te dijo algo que no te gustó, te hizo doler, un buen
silencio responde mucho más que muchas palabras porque el otro querrá seguir
hablando, discutiendo.
4- EL AMOR.
Es otra fuerza transformadora
que puede mejorar una circunstancia negativa. Cuando tienes amores
incondicionales gran parte de las preocupaciones y sentimientos desaparecen.
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