1. ACEPTACIÓN:
Nuestro hijo es una persona única e irrepetible. Él tiene
cualidades y defectos, pero tenemos que estar convencidos de que lo más
importante es que capte el afán de superación y la ilusión de cubrir pequeños
objetivos de mejora personal. Las cualidades son agradables de descubrir, los
defectos pueden hacer perder la paz a muchos padres, pero se pueden llegar a
corregir con paciencia, porque aceptamos totalmente la forma de ser del hijo,
incondicionalmente y para siempre.
La serenidad y la estabilidad son consecuencia de la
aceptación y, esto quiere decir: debemos actuar independientemente de nuestro
estado de ánimo y el de nuestros hijos. También en circunstancias de más
dificultades, como serían las de tener hijos discapacitados tendremos que crear
la aceptación plena no sólo de los padres si no también de los hermanos y
familiares, con la convicción de que repercutirá todo el afecto que se da en
bien de la familia.
2. CARIÑO:
Las manifestaciones de cariño constantes serán la mejor
ayuda para que nuestros hijos logren una personalidad madura y estén motivados
para rectificar cuando se equivoquen. La familia crea unos vínculos afectivos
que facilitan el desarrollo de la capacidad de amar. Estas manifestaciones las
viviremos con el lenguaje verbal de la palabra: “¡qué contentos estamos de
tenerte!”, “¡Cómo te queremos!”, u otras frases de este estilo.
Tenemos a la vez el lenguaje no verbal, tan importante para
saber que les queremos: gestos cargados de ternura, caricias, besos, abrazo,
miradas de cariño o de complicidad que no podemos dejar de hacer aunque en la
etapa adolescente puede parecer que no lo deseen. No es así: el adolescente
está inseguro y reclama saberse querido.
3. CORRECCIÓN:
La corrección no puede ser hecha por nuestra comodidad, ni
por nuestro cansancio, por no decir por nuestro mal humor o poco dominio
personal. No olvidemos que es importante saber que no debemos reñir nunca a
nuestros hijos delante de otras personas, los podemos humillar. Demostramos que
los queremos si hacemos correcciones con paciencia y con el objetivo de
ayudarles a mejorar. Avisándoles sobre lo que está mal les damos la posibilidad
de rectificar.
Cuando hacemos una corrección debemos decir lo que está
mal, o sea el hecho, nunca calificar a nuestro hijo o hija. Por ejemplo
decimos: “esto esta mal…no has recogido tu habitación”, pero no añadimos: “eres
un perezoso y un desordenado”.
4. EL ELOGIO Y LA VALORACIÓN :
Elogiar el esfuerzo de nuestro hijo, siempre es más
motivador para él, que hacerle muchas recriminaciones. Cuando se ama se corrige
y se avisa lo que se hace mal, pero con suavidad y marcando unas pautas y unos
límites que deben seguir, así damos la posibilidad de mejorar la conducta y
ayudar a su responsabilidad personal y, en todo caso, siempre deberemos
censurar lo que está mal, nunca la persona de nuestro hijo o de nuestra hija.
Ciertamente que ante las desobediencias o las malas
respuestas, podemos perder las formas, pero los adultos debemos tener la
voluntad de animar aunque estemos cansados o preocupados; por esto, en caso de
perder los nervios, lo mejor es observar, pensar y cuando estemos más
tranquilos decir, por ejemplo: ''esto puedes hacerlo mejor, yo te ayudo''.
Durante el tiempo que estamos con los hijos siempre tenemos ocasiones para
valorar su esfuerzo, no pedirles más de lo que pueden hacer, sino se volverían
retraídos por dar más responsabilidad de la que pueden asumir.
Vamos
descubriendo las cualidades de nuestros hijos, debemos potenciarlas para que
sean felices y mejoren su auto estima. El elogio debe hacerse siempre con
objetividad, se trata de valorarlos pero de manera que no crezcan con afán de
notoriedad, ni de superioridad, es conveniente hacer el elogio a solas; algún
hermano puede quedar resentido interpretando que el no es tan valorado.
Y para
finalizar estas reflexiones sobre felicidad fomentando la auto estima, os
incluyo una frase de Noel Clarasó:
“TRATAR DE MEJORAR UNO MISMO, ES
EMPRESA QUE DA MEJOR RESULTADO QUE TRATAR DE MEJORAR A LOS DEMÁS”
Victoria Cardona / Maestra y educadora familiar
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